Por ser mujer o niña… en el día del agua

El  22 de marzo conmemoramos el Día Mundial del Agua. Cada año, Naciones Unidas lo dedica a un tema concreto; en esta ocasión a las Aguas Residuales.

Me resulta paradójico que el día que hablamos de agua hablemos de esas aguas sucias, malolientes, nauseabundas, indecorosas, indecentes… esas que a todas las personas nos gustarían que desaparecieran por arte de magia. Sin embargo, están ahí y, dependiendo de en qué países y contextos, están más presentes. Los países desarrollados tratan adecuadamente el 70% de sus aguas residuales, mientras que los calificados como “en desarrollo” sólo lo hacen en el 8%.

1.800 millones de personas beben cada día agua contaminada con materia fecal y, 2.400 millones de personas siguen sin poder cubrir sus necesidades más básicas de saneamiento de una forma digna. De ellas, 946 millones no tienen otra alternativa que defecar a diario al aire libre.

Por eso no es de extrañar que la Agenda 2030 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (OSD) contemple entre sus objetivos uno dedicado al Agua limpia y Saneamiento, del que me gustaría señalar dos metas: mejorar la calidad del agua mediante la reducción a la mitad del porcentaje de aguas residuales sin tratar; y el acceso equitativo a servicios de saneamiento e higiene adecuados y poner fin a la defecación al aire libre, prestando especial atención a las necesidades de las mujeres y las niñas y las personas en situaciones vulnerables.

Ante esta situación, una pregunta que deberíamos hacernos: ¿contar con servicios inadecuados de agua y saneamiento afecta de la misma manera a mujeres y hombres?

La realidad nos responde con un rotundo NO.

Léo Heller, el Relator de Naciones Unidas sobre los derechos al agua y saneamiento, concluye en su informe sobre la igualdad de género[1] que las diferencias culturales, sociales, económicas y biológicas entre las mujeres y los hombres dan lugar sistemáticamente a una desigualdad de oportunidades para las mujeres.

Algunas consecuencias de dicha desigualdad son las siguientes:

  • Mujeres y niñas que retienen durante largas horas la orina, por no contar con una infraestructura adecuada de saneamiento, tienen un mayor riesgo de padecer infecciones de vejiga y de riñones.
  • Mujeres y niñas ponen en riesgo su salud utilizando agua contaminada para su higiene menstrual y métodos sanitarios antihigiénicos (hoja de tusa, telas recicladas…), ya que los métodos adecuados no son asequibles, no están disponibles o no se conocen debido al enorme tabú que supone la menstruación considerada culturalmente como algo sucio e impuro.
  • La falta de instalaciones de agua y saneamiento en los espacios públicos provoca que mujeres y niñas eviten la vida social, asistencia a la escuela y al trabajo, especialmente durante la menstruación. Además, sufren el riesgo a ser acosadas y violadas cuando hacen sus necesidades al aire libre o en instalaciones públicas inadecuadas.
  • Si a la división sexual del trabajo que se da en la mayoría de las sociedades le sumamos los servicios de agua inadecuados, hace que las mujeres tengan cargas adicionales al invertir gran parte de su tiempo en el acarreo del agua y la higiene del hogar. En un solo día, en 25 países del África subsahariana, las mujeres pasan 16 millones de horas recogiendo agua, en detrimento de la escolarización o el trabajo remunerado, con riesgos para la salud derivados de transportar cargas pesadas repetidamente y a través de largas distancias.
  • Muchas mujeres tienen dificultades para optar a servicios de agua y saneamiento asequibles debido a su umbral de pobreza, ya que el 70% de las personas pobres en el mundo son mujeres; reciben el 10% de los ingresos y poseen tan solo el 1% de la propiedad a pesar de que realizan el 66% del trabajo y producen el 50% de los alimentos.

Ante este panorama los retos para ir logrando la igualdad de género en el disfrute de los derechos humanos al agua y saneamiento son enormes.

¿Qué medidas concretas vamos desarrollando para avanzar por la igualdad?

No perdamos la oportunidad de poner nuestro granito de arena este 22 de marzo para EXIGIR para todas las personas y, especialmente para las MUJERES Y NIÑAS del mundo, tener garantizado el Derecho Humano al Agua, (y que el mero hecho de nacer niña deje de ser una desventaja.)

  • Exigir a los Estados el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenibles especialmente los relacionados con el objetivo 6 y el objetivo 5.
  • Impulsar procesos de empoderamiento personal y colectivo para las mujeres que les permita participar en los espacios de toma de decisión.
  • Deconstruir mitos, tabús y estereotipos culturales que contribuya a cambiar la posición de las mujeres, donde los hombres y los niños se incorporan a procesos en busca de nuevas masculinidades.
  • Enfoque tecnológico adaptado. De poco sirven las infraestructuras de agua y saneamiento, sino toman en cuenta las necesidades específicas de las mujeres y niñas, como por ejemplo las relacionadas con la higiene menstrual.
  • Romper silencios, o lo que es lo mismo, encontrar espacios como este que nos permitan visibilizar la relación entre agua- saneamiento-higiene y la igualdad de género.

Julia del Teso Pérez ONGAWA y  Grupo de Trabajo de Género de la Coordinadora ONGD

[1] Informe A/HRC/33/49 del Relator Especial sobre los derechos humanos al agua y al saneamiento, Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, septiembre 2016.

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Pobreza Cero es un movimiento estatal, organizada por la Coordinadora de ONG para el Desarrollo. Pretende implicar a todos los sectores de la sociedad civil en la lucha contra la pobreza de una forma urgente, definitiva y eficaz. Ver todas las entradas de pobrezacero

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